viernes, 21 de octubre de 2011

Rendición

Probaría cambiarte el nombre, pero aún así quemaría.
Dudaría de la necesidad de mis bordes rozándote y transformaría las murallas a puertas.
Desataría las naves y surcaría los albores de tu piel en busca de la sentencia.
Juro que lo haría, respirar el vaivén infinito de quienes no merecen la calma.

Reclamaría tu escasez en mi futuro, lo haría una vez más.
Pero mis huesos se calcinan y esta noche el bajel ya no zarpa.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Aún

Supón que la distancia fuera la solución, que las auroras se esfumaran indiferentes al aliento que se escapa entre tus sábanas y las mías.
Imagina la marea alta bañando el espacio que vació tu alma, sueña interminables desiertos hundiéndose en la noche, bajo la cual repito tu nombre y te busco, huyendo de la promesa que no emana más tu cuerpo.
Supón que la distancia fuera la solución, supón que así nos salvaremos.

jueves, 14 de abril de 2011

Otra noche

Se trata de cuidar la flama,
cuidar que no se extinga esta noche.
La miseria, cobarde, se oculta en ventarrones
que nos embisten en cada mirada,
nos ahogan en cada bramido.
Se trata de mirar al frente,
sin vacilar en la cruzada y acallar
los trotes de la barbarie.
Se trata de forjar la senda,
mirar al alba y mantener la llama.
Cuidarla esta noche.

sábado, 2 de abril de 2011

Fallebas

Hay que cuidar las miradas,ocultar el asalto al corazón y no pensar, una vez más.
Apretar las manos contra el pecho, silenciar el sollozo cuando las caídas nos pesen, cuando la ruina se filtre y las grietas desistan.
Hay que callar ante el sonido de la posta y escribir otro obituario.
Se izan insignias que ensombrecen la razón y ocultan la miseria.
Hay que correr el estor, durar un día más.

jueves, 31 de marzo de 2011

Retratos

Los mapas ahora versan tu regreso.
Aún no sana el destierro, y cada vez más fronteras surgen de los mantos.
Tu rastro dura miles de auroras, desde entonces, el derrumbe de los huesos.
Resurgen llamas y tras ellas cenizas que inundan la zanja.
Perlas ya caen, el invierno llega y la corteza muestra sus cauces.
Estampas bajo el brote y el albor.

Murallas

Vestí con su mirada por sólo unos segundos.
Le supe recorriendo los contornos que llenan mi espacio y le vi sonreír.
Entonces me desviví en la lucha del sístole contra el diástole,mientras mi cabeza reposaba en su regazo y mis dedos pintaban fronteras en sus muslos.
Su cabeza en mi costado y su respiración en las venas.
Sería yo la migaja después del asalto, pero qué miga no desea ser tentada.
Roces frente a la creciente bruma que cegaba al tacto, incitando al encuentro prolongado.
En cada yema explotó el éxtasis con el ropaje, queriendo siempre migrar al terso manjar.
Aromas que se concentran en sonrisas, miedos que giran la flama, pero no la apagan.
Y al final, el reencuentro con la visión, recostados, inmersos el uno en el otro, recordando fronteras, rompiendo murallas.

sábado, 19 de febrero de 2011

Olivos en el Vaho

No habrá más monólogos para ti frente al espejo. ni rosas a la espera del domingo.
No habrá ya miradas de sosiego, ni caricias que amparen tus manos.
No habrá más besos a tus ausentes labios en el vaho del vidrio.
No habrán trenes, cartas, flores ni poemas.
Sólo lágrimas que te deshagan en lamentos.
Jamás estaremos en la península aquella bajo los olivos. Olvídalo.

De la permanencia

El frío del suelo. El trastabilleo a la puerta. El corredor. El rechinar de la llave. Un aguacero. Su piel desnuda. Las gotas que resbalan. Las lágrimas que resbalan. El goteo a su paso. La ropa planchada. El desayuno frío. El café hirviendo. El primer cigarro del día. Las llaves. La puerta. La calle. El segundo cigarro del día. La llegada a la estación. Las flores recién compradas. La espera que se prolonga. El primer tren. La multitud que golpea. La mano en el cuello. El ojo en el reloj. El tercer cigarro. El segundo tren. El único asiento para la espera. De nuevo el reloj. Las flores sobre la silla. Las flores sobre la silla. El andar desconcertado. El cuarto cigarro. Las lágrimas que resbalan. El tercer tren. La multitud que golpea. El corazón estalla. El anden vacío. El quinto cigarro. El zurco en el suelo. El sexto cigarro. El último tren. La multitud que no golpea. El anden oscuro. El séptimo cigarro. Las flores en la basura. El coraje que no resbala. La calle. La puerta. Las llaves. El octavo cigarro. El café hirviendo. El noveno cigarro. Los pies descalzos. El frío en el pecho.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Al Alba

Siempre me negué a tenerte.
Todo a distancia, tú , el horizonte, jamás podría alcanzarte.
Cada noche que te pensaba era embarcarme en un mar de letras, de guiños y mensajes en botella que se adivinaban a lo lejos.
Había veces que no me bastaba con pensarte e imaginarte a un lado, entre las aguas, y sólo entonces te llamaba, te nombraba.
Rodeos, juegos y acertijos que terminaban en naufragios, ambos satisfechos, ambos perdidos.
Al principio te empeñabas en verme, y mis negativas te sorprendían con horas de espera, después de tantas caricias pospuestas comprendiste, nunca me rozarías.
Te distinguí, una noche, entre la marea, allí estabas, pude sentir que había encallado, esta vez no habría escapatoria.
Jamás estuvimos, amor, tan cerca como aquel día. Me lancé ante aquel mar de incógnitas, dispuesta a ahogarme, me tenías, allí, un palmo de tus labios.
Adiviné el horizonte en tus ojos y sucumbí a la corriente.

Ahora te he vuelto a ver, recuerdo aquel día, aquella marejada en la que pensé nos fundiríamos en espuma, espuma eterna; ahora tan distante, aquella corriente me devolvió a la orilla y allí, varada, dibujo mi horizonte al alba.